
Así fue como el Club de nuestros sábados, se convirtió en Senegal, un "enorme pequeño"país de África.

Tres chicos senegaleses nos estaban regalando pedazos de su cultura mientras tocaban los bongos, cantaban y bailaban el tesoro que se trajeron con ellos.

Muy sorprendidos se alegraron al ver que en la primera canción, muchos chic@s se levantaron a mover el esqueleto y no pararon hasta que acabó el concierto africano. Al final, todos estuvimos bailando imparables ante su música que nos robó el corazón y por supuesto, el ritmo.

Al acabar, chic@s y voluntarios nos acercamos a los músicos y nos recibieron muy bien. Inmortalizamos muchos momentos con fotos, que cada vez que veamos, nos trasladarán de nuevo a Senegal, con su arena, su desierto, sus rayos de sol, y, cómo no, con sus gentes y su música.

Y las voluntarias, como siempre, dando la nota.

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